Despertándome muy temprano para salir a las 5 de la mañana de Santiago partió la expedición. Fue un camino difícil en que más de una vez me dio mucho sueño, ya que dormí 2 horas en la noche y tenía que llegar a Curacautín en la IX región. Tomando mate de coca y red bull logré mantenerme despierto esas 7 u 8 horas de auto. Finalmente llegué al parque Conguillío y con mi cordada (Seba, Dani y Ann) y otras personas nos fuimos a bañar a la laguna.
Si hubiésemos llegado 1 semana antes las cosas serían distintas. El volcán no se podía debido a una alerta decretada por actividad.
Lluvia en la noche. Apenas pude dormir por el ruido. Fue el comienzo de un sopor permanente que hasta ahora me dura.
Al otro día reemplazamos el volcán por un paseo a Sierra Nevada, donde no llegamos a la cumbre porque no llevamos crampones.
El parque era increíble. El lago tiene muchas playas, las araucarias dominan las laderas y los cóndores vuelan en las alturas.
Salida de la zona y llegada a Villarrica.
Fotos:
domingo, 1 de febrero de 2009
VOLCANES DEL SUR
Después de mucho pensarlo y analizar la situación decidí quedarme en Chile este verano. Venezuela puede esperar. Cuando quise volver a trabajar me dio tanta lata ya no pude juntar plata para un país tan caro. Aparte, no me moví a tiempo con la plata que dieron por no haberme subido al avión en Panamá y sólo quedaban pasajes caros.
Todo fue para mejor porque estoy en el sur subiendo volcanes. No salió todo perfecto, hubo muchos cerros que quedaron sin subir, entre ellos el Osorno.
El Osorno, que siempre veía como un volcán de postal acompañado de un lago. Ambos inseparables. Ahora me doy cuenta que tiene identidad propia. No necesita estar unido a un paisaje para ser lo que es. En verdad, con cada cerro ahora me pasa eso. Lo abstraigo de su entorno y pasa a ser un destino en sí.
Todo fue para mejor porque estoy en el sur subiendo volcanes. No salió todo perfecto, hubo muchos cerros que quedaron sin subir, entre ellos el Osorno.
El Osorno, que siempre veía como un volcán de postal acompañado de un lago. Ambos inseparables. Ahora me doy cuenta que tiene identidad propia. No necesita estar unido a un paisaje para ser lo que es. En verdad, con cada cerro ahora me pasa eso. Lo abstraigo de su entorno y pasa a ser un destino en sí.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)